Ser entrenador personal tiene algunas ventajas y muchos inconvenientes. Empezaré por estos últimos para cerrar con buen sabor de boca.
El inconveniente más importantes que veo, tanto si trabajas por
cuenta propia como si lo haces para un gimnasio, es que solo facturas
por lo que trabajas, es decir, que solo cobras las horas de entrenamiento,
no tienes derecho a bajas remuneradas o a vacaciones, lo que significa
que es fácil que en verano te pases 3 o casi 4 meses sin cobrar.
Existen dos formas de ejercer esta profesión, por cuenta propia o por
cuenta ajena. Si lo haces por cuenta propia tienes que conseguirte los
clientes y desplazarte, generalmente a sus casas ya que los gimnasios
suelen tener su equipo de entrenadores y no dejan entrar a entrenadores
externos. Entrenar en casa del cliente, supone en ciudades grandes, que
para una hora de entrenamientos
tengas que invertir dos por los desplazamientos y además debes pagar
material y desplazamientos. Si pasas a formar parte de la plantilla de
un gimnasio, lo normal es que el club se quede con aproximadamente el
50% de las tarifas que abona el cliente y tú con el resto. A cambio es
muy cómodo, pues no tienes que desplazarte y puedes entrenar muchas más
horas al día. En ambos casos el entrenador se queda con unos 15 o 20 €
la hora, y no se suelen hacer más de 4 o 5 clases al día.
La parte buena de este trabajo es muy buena, por un lado, conoces a
gente con la que estás en un momento mágico, el momento de las
endorfinas, donde todo el mundo es amable y agradecido. Además los
clientes suelen ser gente de la que hay mucho que aprender, pues todos
ellos suelen ser profesionales de éxito en sus distintos trabajos. Y si
te lo montas bien, y las llevas bien preparadas, las clases se
convierten en un momento muy agradable.
Como siempre os pedimos dejen sus comentarios para mejorar.
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